martes, 1 de octubre de 2013

Baños Roma, Mantequilla Nápoles y Ciudad Juárez

Jorge A. Vargas (dramaturgo y director) presenta en Baños Roma una propuesta dramatúrgica basada en la búsqueda de la leyenda del boxeo José Ángel "Mantequilla" Nápoles con un soporte fuerte en elementos audiovisuales. Es una pieza que pone sobre el tablado a ocho personas que durante todo el espectáculo se mantienen ahí. Sin embargo, hay dos que no actúan, se encargan más bien de efectos sobre el material audiovisual. En un cuadro se suman un trío norteño, y dos percusionistas: timbal y congas.
El tiempo escénico es de una hora y media, en la que el texto dramático se desdobla y cobra espacio y tiempo junto al palimpsesto formado por notas periodísticas sobre el boxeador, así como fragmentos textuales de Julio Cortázar, una fotonovela y secuencias de video sobre el hallazgo de los baños. El ejercicio metateatral lleva hablar de la puesta en escena que como espectadores experimentamos pero también la especie de documental que presentan inserto en la obra.
La colisión dramática, de la que escribre Luckács, está representada por la decadencia del Mantequilla Nápoles y es ella quien jala todo lo mencionado anteriormente, así como las diferentes temáticas que arroja el dramaturgo: Ciudad Juárez, su militarización, el abuso policial, los perros muertos, los feminicidios y la absurda proliferación de tables dances, la vida nocturna venida a menos, el auge de las fiestas en casas y karaokes, la mala planeación urbana.
En una conciencia clara sobre la historia, según Hayden White, Vargas da sentido y construye su drama sobre la leyenda boxística y su lamentable vida adulta en una lamentable época de esta ciudad que se ha convertido en asilo de este cubano naturalizado mexicano, como otros migrantes que llegan a Ciudad Juárez con esperanzas y proyectos de vida que si no caen en algún bache, quedan desgarrados por los alambres de púas fronterizos.
Por esa razón inicia la obra con un prólogo a la manera clásica y organiza de esa forma la caótica realidad de la vida en momentos críticos. Es el cuento para dormir, la canción de cuna cruda, impactante pero remanso al fin, para el alma que enfrenta caras mucho más temibles como las encapuchadas, los cuerpos en bolsas negras, las luces cegadoras, las ráfagas que rompen la atmósfera, los ladridos que se reproducen hasta animalizar toda comunicación.
La representación espacial es uno de los grandes aciertos de esta pieza ya que reta al espectador a estar atento a las acciones de los actores, de los elementos de las escenografía como los costales, las danzas en pareja y solitario, la proyección en lo alto, las básculas, la cámara que enfoca y produce un efecto de extrañamiento al mismo tiempo, el segundero que marca cada round como si la vida fuera un constante pleito contra un contrincante del que se conoce apenas su peso pero no sus fortalezas ni debilidades y mucho menos la sospecha de una dimensión humana detrás.

Además del rompimiento de la cuarta pared al interactuar con el público, una de las formas más sutiles y envolventes en la atmósfera boxística es el aserrín que jala la conciencia y la memoria hacia los gimnasios, a los talleres, al contacto con la naturaleza ya intervenida, el olor de la madera derramada, un roble hecho trizas como el campeón imbatible, ahora desparramado en la noche que lo cubre todo, tras el humo de los puros, fragmentos de la grandeza que recuerdan el bosque al que pertenecía y nunca más volverá.
Baños Roma es una obra muy rica en elementos y posibilidades de análisis. Se disfruta la experiencia teatral en esta obra. Quizá lo único que no comprendí es la necesidad de que dos técnicos audiovisuales estuvieran en el escenario. Si no aparecen no pierde fuerza el drama e incluso podría agilizarse más. En general es una pieza excelente y muy bien lograda.

2 comentarios:

  1. Parece que esta puesta en escena nos gustó bastante. Cabe señalar que en mi caso me tocó verla no de frente, sino desde un primer piso y a un costado, por lo que me perdí (o gane) algunas perspectivas. Lo de los técnicos audiovisuales en escena me parece un acierto, ya que toda la artificialidad del espectáculo y el trabajo detrás del montaje se nos revela en primer plano. Con las lecturas teóricas que hemos venido repasando, parece que Baños Roma encaja con la categoría de "teatro documental" y aunque, en general, no se alaba a este tipo de representaciones, yo la volvería ver.

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    1. Sí, a mí me gustó mucho esta propuesta de teatro documental y, me parece que cumple con su objetivo. Creo que una virtud extra de este tipo de drama será la aportación en la historia de la dramaturgia cuando años después se vuelva a ellos.

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